jueves, 24 de mayo de 2018

Patrick Melrose: Una joyita inesperada


Los que me conocen más o menos bien saben que Benedict Cumberbatch es una perdición absoluta para mí, por eso cuando salió su última serie –la cual además de protagonizar, produce– no pude decirle que no. No esperaba demasiado, solo ver a Benedict entregando una gran actuación de otro personaje conflictuado, algo a lo que nos tiene acostumbrados, pero llegué a Patrick Melrose buscando cobre y definitivamente me topé con una montaña de oro. Cabe aclarar que dos de cinco episodios no es lo ideal para juzgar dónde va a terminar todo esto o a donde nos va a llevar, pero no se puede negar que su guión, su dirección y especialmente Cumberbatch van a hacer que quiera descargar otro capítulo cada semana. Para una historia tan sombría, eso es todo un logro.

La miniserie tiene interpretaciones que te ponen la piel de gallina, una fotografía envidiable y un guión que pivotea entre lo trágico y lo cómico, alimentan la adaptación a la pantalla de los libros de Edward St Aubyn. Hay muchas narrativas que compiten por el protagonismo: riqueza, riqueza heredada (que no es lo mismo), clase, ¿clases?, una infancia horrenda, drogas, alcohol, más drogas, ambiciones frustradas, drogas, depresión. Si, la lista es bastante larga, pero nada se compara con el manantial de drama en el centro de la serie: cuando lastimas a un nene, el daño dura toda la vida.

En Inglaterra, los cinco libros de Melrose, basados en la vida del autor, son venerados como tesoros literarios del siglo XXI que relatan, entre muchas otras cosas, el tormento de esos eventos horribles que por lo general no se mencionan ni se reconocen en absoluto.

La coproducción de cinco partes de Showtime y Sky Atlantic usa cada libro como un capítulo en la historia de Patrick, un hombre que enmascara sus recuerdos y el dolor causados por haber sido violado por su padre cuando solo era un chico con una gran cantidad de drogas. El crédito de convertir cinco libros en cinco episodios de una hora, es exclusivo del escritor David Nicholls. Cada capítulo tiene un carácter distinto que tiene mucho que ver con dónde y cuándo se establece, sin embargo, se saludan entre sí y se unen, como si bailaran un minué. El diálogo es agudo, las tomas afiladas, todo marcha bien.

Después está la dirección de Edward Berger. Hay muchas escenas gloriosas en el primer episodio, pero me movilizó particularmente una que se desarrolla en la sala funeraria donde Patrick entra en una habitación en la que lo espera un ataúd y desenvuelve el cadáver de su padre como un regalo de cumpleaños ("Es ¿Papá? ¡Es! Es justo lo que quería, ¡no te hubieras molestado!"), y otra donde se encuentra con una mujer que fue testigo de su infancia trágica y en plena reunión una pastilla surte efecto, le pega y todo se ralentiza para él y para el espectador: la cámara se desplaza con lentitud y la voz de Patrick se escucha como si estuviéramos debajo del agua, hasta que se arrastra a un baño, se da un saque de cocaína y de repente todo –movimiento de cámara incluido- se carga por completo una vez más. Es una experiencia inmersiva no solo ver a Melrose sino también ser él.

Hay otras actuaciones excelentes, todas en realidad: empezando por Sebastian Maltz, que interpreta a Patrick de chico de una manera inquietante, bella y agridulce; Hugo Weaving que le da vida al padre más monstruoso que pueda existir o Jennifer Jason Leigh, que entrega a una madre marchita, sumida en el alcohol y que apenas puede hacerse cargo de lo que pasa a su alrededor. Aún así, este es el espectáculo de Cumberbatch, artista exclusivo de mi corazón. Le dijo al Radio Times que siempre había querido el papel. Supo convertir algo que podría haber sido problemático en un vehículo para su talento y la nafta le alcanza, no solo para cumplir, sino también para deslumbrar, es como si te dijera: mirame actuando, llename de premios. También significa que tiene un profundo conocimiento del personaje. Toca la nota correcta: hilarante, pero también trágica, irritante, exasperante. Es adicción personificada, comprensiva sin ser celebrativa, ni glamourosa. Entonces, miralo, es imposible no hacerlo, te atrapa. Es brillante.


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domingo, 13 de mayo de 2018

Tres películas extraordinarias para ver en Netflix



Siempre que me piden recomendaciones de películas y agregan al final de la oración "Pero que esté en Netflix" me da un poco de penita porque la realidad es que hay un mundo hermoso fuera de esa plataforma, pero haciendo la tarea, me di cuenta que si uno sabe buscar bien puede encontrarse con joyitas de este estilo: Historias increíbles y hermosamente contadas. 

AMERICAN PASTORAL (El fin del sueño americano)

 

Ewan McGregor se estrena como director en este drama basado en la novela de Philip Roth. Ambientada en los 60, un hombre observa cómo su vida aparentemente perfecta se desmorona cuando su hija, una militante que se opone a la guerra de Vietnam, desaparece tras haber sido acusada por la policía de cometer un acto terrorista. 

THE ONE I LOVE (El amor perfecto no existe)




Protagonizada por Elisabeth Moss y Mark Duplass, cuenta la historia de un matrimonio joven que ha entrado en un proceso de deterioro del que es difícil escaparse, se ven hastiados, desinteresados y sumergidos en la rutina, entonces su terapeuta les sugiere que se escapen unos días a una casa en el campo, donde puedan estar completamente solos y tengan el espacio y el tiempo para hablar y reconciliarse. A partir de ahí, sólo ellos dos aparecen en el curso de la historia y empiezan a pasar cosas realmente extrañas y muy creativas narrativamente.

REVOLUTIONARY ROAD (Solo un sueño)




Leonardo Di Caprio y Kate Winslet vuelven a interpretar a una pareja, esta vez en los años 50, muy insatisfecha con su matrimonio y el conformismo de la época. Basada en una novela de Richard Yates, ‘Revolutionary Road’ se cuestiona esa gran mentira por la que se mueve la sociedad occidental, ese bienestar que se supone que debemos perseguir todos siendo solo piezas iguales del gran entramado del progreso y deja al descubierto los barrotes invisibles del modelo de sociedad que domina nuestras vidas con unas interpretaciones impecables. 
© Niña Café
Maira Gall